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Técnicas para hablar en público

Hablar en público es la actividad más desagradable para la mayoría de la gente y cuanto mayor sea la importancia del evento, peor el miedo.

Despreocúpese, hablar en público es fácil. No es otra cosa que conversar, y eso es algo que Usted hace todo el tiempo. Hablar en público no es más difícil que comer con palillos chinos o hacerse el nudo de la corbata. El misterio desaparece una vez que se ha aprendido cómo hacerlo.

 

 Exprésese con sencillez

•La gente que lo escuche captará una o dos de las principales ideas que Usted exponga. Sólo una o dos; no diez, ni veinte.

•Si no puede expresar en un par de enunciados el punto que se propone comunicar, entonces su alocución no está bien definida. Y si Usted no sabe con presición lo que quiere decir, mucho menos lo sabrá el auditorio.

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 Organícese

•Sea larga o corta su disertación, es importante ordenar los elementos de la misma. Hay que preveer la introducción, los puntos principales que se van a exponer, y la conclusión.

A veces, una buena forma de comenzar resulta ser la frase final. Una vez que sabe uno a dónde se dirige, puede escoger el camino que más le plazca para llegar allí. Es decisivo tener un final con fuerza, pues quizá sea lo que la gente recuerde mejor.

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Sea breve

•La duración de los números en los espectáculos de variedades suele ser, como máximo, de 12 a 15 minutos. Si una cuadrilla de bailarines y cantantes que ponen toda el alma en su trabajo no logran entretener al público por más tiempo, ¿qué le hace pensar que Usted sí lo logrará?

•Generalmente, el tiempo dedicado a la exposición en eventos de carácter científico es de 20 a 25 minutos más 5 minutos para preguntas y discusión.

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 Sea sincero

Si trata de ser distinto de como es (poco natural), probablemente no logre convencer al auditorio. Si no le parece graciosa una anécdota, no espere que ría el público cuando le escuche.

• Si la información que pretende transmitir no le despierta verdadero interés, tampoco lo despertará en los demás.

•Si toma Usted la palabra, es que ha tenido una experiencia que los oyentes desconocen. Compártala con ellos. Haga que sientan lo mismo que Usted sintió: una profunda emoción, o indiferencia; miedo, o trizteza; fastidio, o perplejidad.

• La primera persona del singular puede ser un arma eficaz, pero debe ser cauto al usarla, ubicándose correctamente en el espacio, tiempo y tipo de público que le escucha.

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Aduéñese de la situación

•En los primeros momentos de su disertación se establece el vínculo entre el público y Usted. Sonría. Agradezca a la persona que lo haya presentado, y luego espere un momento.

No empiece hasta que haya captado la atención de todos los presentes. Cada una de esas personas comprenderá inmediatamente que el orador le está hablando a ella, y su cerebro se dispondrá a prestarle atención. Eso es precisamente lo que Usted quiere.

•Cuando el público se haya puesto atento, establezca contacto visual. Escoja tres caras amigables: una a la derecha, una a la izquierda, y una al centro. Diríjase entonces a una, luego a otra, y así logrará abarcar a todo el auditorio.

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 No lea; hable

•Leer ante un auditorio no resulta tan eficaz como hablar directamente y con el corazón; la expresión espontánea quizá no sea tan pulida, pero es mejor.

• No es recomendable redactar alocuciones, pero sí lo es llevar notas para recordar lo que quiere decir, y saber en qué parte va uno.

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 Relájese

•Cuando estamos sometidos a tensión nerviosa, a menudo olvidamos cómo respirar correctamente, y toda persona que acostumbra presentarse o actuar en público conoce la importancia de la respiración.

• No inhale profunda y forzadamente, ni respire con mayor rapidez que de ordinario; de esa manera se hiperventilaría. Para relajarse, sólo tiene que mover el diafragma suave y rítmicamente.

HABLAR EN PUBLICO

Hablar en Público se ha convertido en una Habilidad Imprescindible para desarrollarse en los campos laboral y social. Esta habilidad consiste en lograr establecer una Comunicación Efectiva con nuestro público.

Vencer el Miedo

La gran mayoría de la gente presenta miedo a hablar enfrente de un público por una serie de razones entre las cuales destacan:

miedo a las CRÍTICAS

miedo al FRACASO

ANSIEDAD al sentirse el centro de atención

demostrar IGNORANCIA del tema a tratar

miedo a las posibles REACCIONES NEGATIVAS de los espectadores

temor a la pérdida del PRESTIGIO

etc.

Gran parte de este miedo es irracional, es decir, no obedece a motivos lógicos.

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Ahora bien, tener miedo en los momentos previos a una exposición pública es algo natural propio del ser humano. Por esta razón no deberíamos ser excesivamente críticos con nosotros mismos, ni considerarnos como una persona débil o insegura.

Posiblemente, la mejor manera de vencer el miedo es con una preparación adecuada. Es muy aconsejable trabajar y ensayar rigurosamente la intervención.

Cuando se domina el tema de la exposición, las posibilidades de cometer fallos se reduce notablemente, lo cual genera confianza y disminuye el citado nivel de ansiedad.

Suele resultar muy útil mantener una mentalidad positiva antes y durante la intervención, es decir, imaginarse la enorme satisfacción que nos produciría obtener un gran éxito.

Conseguir desenvolverse airosamente y sin inhibiciones es en la mayoría de los casos una cuestión de práctica. Es por lo tanto muy aconsejable no dejar pasar cualquier oportunidad de hablar en público.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que no todo el miedo es malo, sino que resulta una ventaja puesto que nos mantiene alerta y agudiza nuestro ingenio ayudándonos a superar el trance con éxito.


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 Ejercicios de relajación para perder el miedo

Para perder el miedo al rechazo social, puedes intentar practicar el siguiente ejercicio de relajación:

Siéntate en un lugar cómodo, cierra tus ojos y conéctate con tu respiración realizando las respiraciones e inhalaciones  profundas y lentas.

Intenta recordar cuáles fueron los primeros momentos de tu vida en los que sentiste temor y ante qué personas.

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Describe esta situación, y que intentaste hacer para perder el miedo, cómo te sentías y cuál fue tu reacción ante el miedo.

Ahora bien, para superar el miedo es fundamental que identifiques la idea que aparece ante ese temor, puede tratarse de la sensación de que vas a quedarte solo, que no eres suficiente para los demás o que el resto de las personas son incapaces de valorarte tal como eres.

Una vez que identifiques la fuente del temor, concéntrate en reforzar tu autoestima. Perder el miedo implica que logres superar aquellas situaciones traumáticas que generaron en ti el pensamiento constante de que puedes ser rechazado por los demás. Y en mi reporte gratuito, yo personalmente te ofrezco todas las técnicas para lograrlo.

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Recuerda que es imposible agradarle a todas las personas. No obstante, si te aíslas, vivirás una vida solitaria y no tendrás la posibilidad de disfrutar una de las cosas más bellas de la vida, las relaciones, los amigos, el amor y la familia.

¡Si yo logré vencer el miedo, no descansaré hasta que tú también lo logres!

Visualizaciones

La causa más común de miedo escénico es creer que te sentirás avergonzado si lo haces. Anteriormente artistas confianza han sido golpeados por un mal caso de miedo escénico, debido a una mala crítica o incluso cuando un miembro de la audiencia reacciona de una manera negativa. Este sentimiento puede ser difícil de perder.

Una forma de romper este sentimiento es hacer que el público parezca una tontería. Justo antes de una actuación, mira a la audiencia e imagínate que están sentados allí en ropa interior o vestidos tontamente. Esto ayudará a eliminar la tensión que te recuerda que la audiencia no es mejor que tú ni que intentan juzgarte por tu desempeño.

Otra táctica consiste en imaginar que el público estará gritando y aplaudiendo a rabiar apenas termines tu discurso, e incluso durante tu actuación. Esto te ayudará a aumentar tu confianza.

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 Respiración

Cuando estás sintiendo la etapa de ansiedad o del miedo, tu respiración se vuelve rápida y superficial. Esto dificultaría aún más tu rendimiento porque te falta el aire y porque estás respirando aire más rápido de lo normal. En la mayoría de actuaciones, el control de la respiración es vital y si lo pierdes puede perder el control de tu desempeño.

Antes de cada actuación, cierra los ojos y respira profundamente varias veces. Trata de pensar en nada, mientras que respiras. Toma de 5 a 10 minutos para alcanzar una respiración lenta y relajante.

Una vez que tu rendimiento se inicia, utiliza los ejercicios de respiración para mantener la respiración y un buen ritmo.

La respiración bien controlada te ayudará a proporcionar la confianza y la capacidad pulmonar que necesitas para desempeñarte bien. Durante los entreactos o mientras estás fuera del escenario, continua con tus ejercicios de respiración para ahuyentar la ansiedad y el miedo.

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Práctica

Tal vez la mejor manera de ayudar a aliviar el miedo escénico y la ansiedad de desempeño es la práctica.

Si eres artista o has tomado clases de teatro o de música cuando joven, sabes lo importante de practicar, pero si simplemente darás un discurso, no tienes la experiencia de los ensayos y las prácticas.

Sin embargo, puedes proponerte ensayar tu ponencia todos los días un poco, a veces sin público y otras puedes aprovechar de tus amigos o familiares para que sean tu audiencia.

El ejercicio de ensayo te permitirá hacer los ajusten que sean necesarios en cuanto a tiempo de ejecución, adaptación de los contenidos para el público, subsanar errores, agregar aclaraciones, etc.

La práctica también te dará la confianza para improvisar diferentes partes de tu rendimiento si acaso cometes un error durante una parte de tu discurso o si, por responder a la audiencia, te apartas de los temas que tenías previstos.

La Voz

Debemos evitar un tono de voz monótono y de bajo volumen ya que leva a la audiencia a desconectar y a perder interés en la exposición.

Conviene aprovechar cualquier oportunidad para hablar en público ya que dominar la voz sólo se consigue con la práctica.

Es importante aprender a modular la voz, es decir, a subir o bajar el volumen, cambiar el ritmo, hacer énfasis en determinadas palabras. Con todo ello conseguiremos captar la atención del público más fácilmente.

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Es muy positivo hacer énfasis en los puntos importantes del discurso, es decir, destacar las ideas, resaltar las conclusiones, etc.

Cada vez que realicemos una afirmación, debemos hablar con determinación, con voz firme, alta y sin titubeos.

Es imprescindible para transmitir correctamente el mensaje el hablar claro, hacer un esfuerzo en vocalizar correctamente.

Cuando hablemos en público hay que hacer un esfuerzo por hablar alto, lo suficiente para que nos oigan claramente todos los oyentes.

Es muy frecuente hablar demasiado rápido debido a los nervios. Debemos tener en cuenta este aspecto y tratar de hablar de una manera sosegada, sobre todo al principio del discurso.

Hablar lento facilita enormemente la comprensión y además proyecta al espectador una imagen de seguridad.

Lenguaje Corporal

El Lenguaje Corporal es todo aquel conjunto de movimientos, gestos, actitudes que realizamos consciente o inconscientemente cuando nos comunicamos.

A través del lenguaje corporal, el orador transmite mensajes como pueden ser los nervios, la timidez, seguridad, confianza, dominio, entusiasmo, vacilación, etc.

El público capta todo este conjunto de gestos con total claridad.

Desde el primer momento en que se empieza la exposición, debemos utilizar el lenguaje corporal en sentido positivo. Hay que saber transmitir serenidad y espontaneidad evitando aquellos gestos, actitudes y movimientos que resulten exagerados.

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Es conveniente no quedarse quieto o rígido ya que rompe la monotonía y ayuda a captar la atención del espectador.

Se debe mantener una postura cómoda, erguida, natural y no forzada.

Un factor muy importante que no conviene olvidar es establecer el contacto visual con el auditorio desde el primer momento.

Los gestos relajados del rostro ayudan notablemente a atraer la atención del público. Una sonrisa agradable siempre tiene un muy buen efecto.

Los movimientos de las manos deben estar cuidados, ni inmóviles ni en constante movimiento. Son útiles para enfatizar las ideas o conceptos cruciales que se están describiendo. La postura debe ser erguida y relajada. La posición en el escenario debe ser aquella que permita a todos los espectadores vernos con claridad.

Captar la Atención

El orador debe tratar de ganarse al público independientemente de que este coincida con los argumentos expuestos.

Para captar la atención del público debemos tener en cuenta una serie de factores…

Al público se le gana con simpatía y amabilidad.

Es importante saludar al auditorio desde el primer momento, estableciendo contacto visual y agradecer de forma sincera su presencia.

Mostrar una imagen amable, tanto en el lenguaje corporal como en el tono de la voz.

Mirar al público. El contacto visual es fundamental para mantener el hilo conductivo de la exposición.

Siempre resulta agradable unos toques de humor sano y sobrio que ayudan a relajar la tensión, avivar el interés y a mantener la atención del oyente.

También se puede dar la oportunidad al público de participar en la exposición.

El orador deberá estar atento a las reacciones del auditorio, tratando de detectar indicios de pérdidas de atención (mirar al reloj, hablar con un compañero, leer un folleto).

Si se observan signos de desatención, es aconsejable cambiar el tono de la voz, enfatizar, comentar alguna anécdota curiosa, emplear el humor, etc

 Persuasión

Persuadir significa convencer a las personas mediante argumentos.

Es necesario: ser moderado y estar calmado, conceder la razón en algunos temas con ecuanimidad, desarrollar una explicación sólida, mostrar apasionamiento por el tema tratado, sonreir y ser agradable en el trato personal, considerar con máximo interés las preguntas o intervenciones de los oyentes, transmitir valores humanos positivos (generosidad, aplicación, honestidad, deseo, felicidad).

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 Argumentación

Trabajando la argumentación

La mejor técnica para argumentar bien en cualquier ámbito social es prepararse bien. Picasso decía que la inspiración existe pero tiene que pillarte trabajando. De manera semejante, la habilidad dialéctica, argumentativa, existe, pero tiene que pillarte preparado, conocedor del fondo del asunto. No se puede argumentar bien jurídicamente sin un buen conocimiento del Derecho, de los materiales jurídicos, y de la teoría del Derecho, de los instrumentos adecuados para manejar aquellos materiales.

Objetivo: persuadir

Hay aspectos comunes a cualquier tipo de argumentación, pero también rasgos peculiares de cada campo, de cada tipo de debate. Por ejemplo, lo que es apropiado para una conferencia (la exposición por extenso de una tesis) no lo es para el que participa en una mesa redonda: una buena presentación de la tesis que se desea defender en ese tipo de debate no tiene por qué ser una “miniconferencia”; lo importante aquí no es efectuar una exposición completa, exhaustiva, sino más bien clara, razonablemente informativa, que estimule la discusión y prepare de alguna forma para, al final, persuadir al auditorio.

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Sencillez

No se argumenta mejor por decir muchas veces lo mismo, ni por expresar con muchas palabras lo que podría decirse con muchas menos. La amplitud excesiva del discurso aumenta las probabilidades de cometer errores y corre el grave riesgo de provocar hastío en el oyente.

Escucha activa

En una discusión, en un debate racional, esforzarse porque el otro tenga razón —como alguna vez propuso Borges— parece demasiado. Pero esforzarse por entender bien lo que el otro ha dicho es una exigencia moral —en el sentido amplio de la expresión— que resulta además bastante útil como recurso retórico o dialéctico: hace más difícil que podamos ser refutados (por ejemplo, con un «yo no he dicho eso») y aumenta las probabilidades de que nuestros contendientes estén también dispuestos a entendernos bien.

Actitud abierta

Cuando se argumenta en defensa de una tesis, no estar dispuesto a conceder nunca nada al adversario es una estrategia incorrecta y equivocada. Hace difícil o imposible que la discusión pueda proseguir y muestra en quien adopta esa actitud un rasgo de carácter, la tozudez, que casi nadie aprecia en los demás. No es, por tanto, un buen camino para lograr la persuasión.

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Expansión de vías argumentales

Cuando se argumenta con otro, uno puede tener la impresión de que los argumentos de la parte contraria funcionan como una muralla contra la que chocan una y otra vez nuestras razones. Por eso, una vez probada la solidez de esa defensa, lo más aconsejable es ver si uno puede tomar la fortaleza intentando otra vía. Esa maniobra debe hacerse sin desviar la cuestión. O sea, no se trata de disparar torcido, sino de disparar desde otro lado, cambiando la posición.

Amenidad

la argumentación no está reñida con el sentido del humor, pero sí con la pérdida del sentido de la medida. Hay ocasiones en que no es apropiado hablar en broma (por ejemplo, del holocausto, del genocidio de un régimen militar…) y hay bromas y bromas. Para distinguir unas de otras, el mecanismo más simple y efectivo consiste en ponerse en el lugar del que tiene que soportar la broma.

Calidad de la argumentación

No se argumenta bien por hacer muchas referencias a palabras prestigiosas, autores de moda, etc. Lo que cuenta es lo que se dice y las razones que lo avalan: la calidad y fortaleza de esas razones son responsabilidad exclusiva del que argumenta.

No desviarse de la cuestión principal

Frente a la tendencia, natural quizás en algunas culturas, a irse por las ramas no cabe otro remedio que insistir una y otra vez en ir al punto, en fijar cuidadosamente la cuestión.

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 El estilo

En cada ocasión, hay muchas maneras de argumentar mal y quizás más de una de hacerlo bien. Este (ligero) apartamiento de la regla de la multiplicidad del error y la unicidad de la verdad se debe a que en la argumentación las cuestiones de estilo son importantes. Como ocurre con los autores literarios, cada persona que argumenta tiene su estilo propio y es él el que ha de esforzarse, primero, por encontrarlo, y luego, por elaborarlo.

Hablar con pasión

Algo que realmente me apasiona es hablar, así también debe ser para ti, cuando tu decidiste ser un orador, tomaste la firme decisión de afrontar con responsabilidad cada reto que en el camino ibas a encontrar.

“No hay nada mejor que uno puede hacer que aquello que le apasione”, este lema quizás lo escuchaste anteriormente, es lo que repercute siempre en mi mente y corazón, ya que mediante el, aprendí lo importante que es luchar por lo que uno quiere, a mí me apasiona hablar, enseñar, educar, impartir y compartir conocimientos, y sobretodo siempre y siempre aprender, con cada persona que trato, siempre aprendo algo de ella, siempre rescato una enseñanza que puede ser valiosa para mí.

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“La pasión por lo que más te gusta debe ser tu meta a conseguir”

Por tanto quiero compartir contigo que lo que más te apasione debe ser tu propósito en esta vida, aquello por lo que debes luchar, en nuestro caso es el dar valor a las personas a través de la palabra hablada, a través de discursos, alegatos o alocuciones, las mismas que siempre deben contener como siempre digo: “Nuestra Propia Marca”. Quiero que por favor te contestes esta simple pregunta: ¿Qué es aquello que realmente me apasiona?, responde y tendrás clara la meta que deseas alcanzar, en sí, hay varias metas o propósitos que anhelamos en nuestras vidas, pero siempre hay una que sobresale de todas, por consiguiente lucha y consigue.

La pasión por hablar debe nacer desde lo profundo de tu ser, desde lo más entrañable de tu corazón, ya que al hablar con pasión logras dar lo mejor de ti, y cuando das lo mejor de ti, tendrás por hecho el éxito en tu alocución. Entonces te animo a desarrollar esa pasión, habla más, educa más, conversa más, desarrolla esa facilidad de palabra y comparte con tus amigos, con tu familia y sobretodo DA VALOR, otorga ese bien preciado que tiene el orador. ¿Lo harás?, yo sé que SI.

“No hay nada mejor que hablar en público con total elocuencia y seguridad”

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Qué hacer a la hora de improvisar

 

Quizás te sientas bien hablando en público si tu jefe o profesor te pide que realices una presentación. ¿Pero qué sucedería si te pidieran que lo hicieras un minuto antes de la presentación? ¿Estás preparado para improvisar? ¿Qué debes hacer a la hora de improvisar?

Obviamente, no es lo mismo desarrollar una exposición si estás preparado que si tienes que improvisar. Pero hablar sin estudio o preparación previa no es imposible de lograr. Claro que algunos tienen más habilidades que otros, pero tú también puedes lograrlo.

Existen dos tipos de improvisación. El improviso en que cuentas con un breve tiempo –minutos u horas– para prepararte. Si cuentas con unos minutos antes de la presentación, toma una hoja y anota los puntos que deseas tratar en forma ordenada. Eso te servirá de guía para desarrollar la presentación a pesar de no haber contado con el tiempo suficiente para prepararte.

El otro improviso es el totalmente inesperado, es decir, cuando te piden que hables en ese preciso momento, sin ningún previo aviso. Aunque no cuentas con tiempo, igualmente puedes pensar, antes de “entrar en escena”, cuál es el objetivo de tus palabras. Eso lo puedes hacer en segundos y te ayudarán a pensar qué decir. Procura utilizar esos segundos en pensar qué decir y no en el miedo que la situación te genera.

Improvisar no significa que comenzarás a hablar sin parar. Todo lo contrario, sea breve y concreto. Aunque sería bueno que contaras algunas experiencias, siempre relacionadas al tema, no te extiendas demasiado. Si tienes facilidad para hablar y de forma inesperada te han pedido una presentación, pregunta cuánto tiempo tienes disponible y pide a alguien que te haga saber cuántos minutos quedan.

Grandes oradores hablan de improviso. Algunos se han destacado a través de la historia por este talento. Sin embargo, tenían sus propias técnicas. Por ejemplo, usaba una técnica delante de los periodistas: imaginaba, anticipadamente, cuáles eran las preguntas que podrían plantearle. Tú puedes hacer lo mismo, imaginando minutos antes qué podría querer saber el público que tienes frente a ti.

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Incluso se puede aprender a improvisar. Intenta aprender grabándote en video hablando durante diez minutos de un tema elegido al azar, quizás de una lista redactada por un amigo. Al principio te costará pero luego podrás ver tu propio progreso en los videos y así mejorar.

A la hora de improvisar, ten cuidado de las “muletillas”, es decir, palabras o sonidos como “este”, “em”, “eh”, que utilizamos cuando no tenemos fluidez al hablar y que evidencian que estamos pensando qué decir a continuación. Estas palabras o sonidos hacen que el público pierda el hilo de tu presentación

Recuerda además que, siendo una persona que está representando a la empresa o la familia, debes hablar en nombre de quienes representas. Por tanto, no dirijas la atención a tu persona y evita relatar las experiencias personales o ponerte por encima de los demás con tus logros.

No temas si te piden que hables de forma imprevista. Mejor concéntrate en pensar qué decir y verás que todo saldrá bien.

Escrito por : Abdiel E. Cáceres González, Boris Maldonado, www.retoricas.com, Miguel Angel Encinas, Ing. Ricardo E. González Olarte