“Como ustedes saben, entre los paganos hay jefes que se creen con derecho a gobernar con tiranía a sus súbditos, y los grandes hacen sentir su autoridad sobre ellos. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera ser grande entre ustedes, deberá servir a los demás, y el que entre ustedes quiera ser el primero, deberá ser el esclavo de los demás. Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud” Mc. 10, 42-45
“Si alguien quiere ser el primero, deberá ser el último de todos, y servirlos a todos” Mc. 9,35
Algunos conceptos y tips:
Liderazgo: destrezas que cualquiera puede aprender y puede desarrollar si une al deseo apropiado, las acciones apropiadas.
Poder: capacidad de forzar o coaccionar a alguien para que este, aunque prefiera no hacerlo, haga tu voluntad, por el poder o la fuerza que tienes sobre él.
Autoridad: Acto de conseguir que las personas hagan, voluntariamente, lo que tú quieras, debido a tu influencia personal.
Ejercer poder no requiere ni inteligencia ni valor
El liderazgo no es un concepto, es una consecuencia
Se puede tener poder sin tener autoridad
Se puede tener autoridad sin estar en posición de poder
Lo ideal: poder más autoridad
El descontento de las personas a nuestro cargo, es con frecuencia una rebeldía encubierta derivada del sometimiento al poder.
Podemos contratar con un salario, los brazos, las manos, las piernas, las capacidades intelectuales, de las personas. Pero el corazón y el compromiso, eso no lo podemos contratar con dinero.
El líder decide serlo y selecciona los comportamientos que son adecuados.
El buen líder se concentra en la tarea y en la relación
Hay líderes que confunden la autoridad con el poder y el respeto con el miedo.
El fenómeno espiritual es la dimensión que mejor ha enseñado el camino de la unión y del bien común.
Por espiritualidad entendemos: el fenómeno de los más altos valores y de la búsqueda de Dios, el contacto con El y el actuar como El, aún cuando no se pertenezca a religión alguna. Meter Drucker, el gran consultor de la administración y la economía modernas, cuyo prestigio y sabiduría son reconocidos a nivel mundial, ha llegado a afirmar que: “el problema creado por la penetración del conocimiento científico en el corazón de la existencia humana no es político: es espiritual y metafísico. Lo que necesitamos es un retorno a los valores espirituales y a la religión”
La sociedad necesita regresar a los valores espirituales, no para neutralizar lo material, sino para hacerlo productivo en su totalidad.
Vamos a comenzar definiendo qué es liderazgo.
Para poder definir liderazgo yo quisiera hacer una diferencia que desde los valores tiene que ser fundamental: la diferencia entre Poder y Autoridad, porque para poder hablar de liderazgo como un valor tenemos que ubicarlo en la dimensión humana estricta; en la experiencia interior del hombre.
El liderazgo normalmente se ha entendido como ejercicio del poder, es decir, como esa capacidad de forzar, coaccionar u obligar a alguien para que éste, aunque no quiera, haga tu voluntad debido a tu voluntad ó a tu fuerza.
Este tipo de situaciones abundan. Esto se da por un decreto. Alguien uno lo declara líder, uno lo declara con poder a través de un decreto, y listo, el tipo quedó con el poder para. Date cuenta que es una “capacidad de forzar”, insisto en esa palabra : capacidad. Y eso se te puede ser dado de alguna manera: a través de una orden, de un decreto, a través de una mirada.
La Autoridad es el arte, miren la diferencia, aquello era una capacidad, esto es un arte; es el arte de conseguir que la gente haga lo que tu quieres debido a tu influencia personal. Qué cosa tan distinta. Ustedes saben que el arte se aprende, el arte uno desarrolla unas destrezas o aprende una técnica. De alguna manera el arte se aprende. Y ese conseguir que la gente haga lo que tu quieres, eso es influencia personal.
Miren, la autoridad tiene que ver con el Ser, el poder tiene que ver con el hacer.
En la autoridad el otro decide o hace lo que tú quieres entre comillas que haga por tu Ser, no por lo que tú puedas hacer. Con todo respeto, cuál es el lío de nuestro país, cuál es el lío de nuestra sociedad. Que tenemos mucha gente que basa su Liderazgo, comillas, en el poder. Gente que aprendió que a la fuerza obliga a otro.
Hay típicos profesores que basan su liderazgo académico en el poder. Son tipos que se consideran una yarda.
Entonces hay que temerle. Lástima. Está basando su influencia en los demás en lo que puede hacer.
Qué aleccionarte cuando uno se encuentra con profesores que le inspiran a uno seguirlo, que le inspiran a uno ganas de escucharlo, ganas de aprender, qué emocionante cuando uno se encuentra con profesores que con su vida, que con su presencia le generan a uno, le provocan a uno, le incitan a uno a buscar conocimiento, a buscar vida. Miren la diferencia con el que manda.
Ese normalmente le restriega a uno los doctorados que tiene.
Cuando uno tiene que recurrir tanto a sus títulos, grave; qué agradable cuando uno se encuentra con gente que es estudiosa, que es académica, que tiene títulos, que ha leído, pero que los ha asumido en su vida y que puede realmente influir en el otro por su vida, por su ser.
Definamos entonces liderazgo. El Liderazgo también es un arte, es el arte de influir a la gente para que trabaje con entusiasmo, palabra griega que significa “con Dios por Dentro”.
Tiene que ver con las ganas de vivir; con la pasión, la fuerza, la emoción en la consecución del bien común. Fundamental para que nos entendamos: Tres conceptos claves: Poder, Autoridad, Liderazgo. Es preciso que tengamos conceptos claros y que esto sea trasladado a nuestras vidas, sino no tiene mayor sentido.
Bueno, entonces el poder se define como una capacidad, la autoridad se define como un arte; ahí hay diferencias claras; la autoridad tiene que ver con lo que tu eres como persona, con tu carácter y con la influencia que has venido forjando sobre la gente.
El respeto proviene de la autoridad y no del poder, del poder proviene el miedo.
A mí me asusta que estemos construyendo una sociedad del miedo.
A mí me asusta que el único instrumento que tengamos para poder convivir sea la fuerza.
Con todo respeto por los discursos políticos que escucho, vivo asustado de que nos hagan creer que el único sentimiento que podemos experimentar por un líder, sea el miedo. Eso es gravísimo.
Nosotros tenemos que aprender a vivir en autoridad, porque la autoridad da el respeto y qué es el respeto, no es más que la aceptación de las diferencias que se dan el ser y en el hacer.
Es decir, yo te respeto a ti cuando respeto el rol que tu representas para la comunidad en la que vivo.
Yo te respeto a ti cuando tengo claro que tu tienes unas diferencias frente a mí, que tu no vives de la misma manera como yo vivo, que tu no amas de la misma manera como yo amo, que tu no piensas de la misma manera que yo pienso pero sin embargo, no eres inferior a mí.
EL OBJETO FUNDAMENTAL DEL LIDERAZGO: LAS RELACIONES HUMANAS.
Si el liderazgo es un arte y es un arte de influir, su característica principal como valor está en las relaciones, es decir, son las relaciones humanas el objeto fundamental del ejercicio del liderazgo.
Nadie es líder escondido debajo de la cama. Nadie es líder metido en el cubículo de investigación. Somos líderes en el ejercicio de relacionarnos con otros, de encontrarnos con otros, de hablar con otros, de vivir con otros. Al fin y al cabo el hombre es eso: un ser que vive con y para los demás.
En consecuencia, el papel de un líder es llevar a cabo las tareas asignadas fomentando las relaciones humanas.
Es a través de las relaciones humanas como nosotros podríamos generar los procesos de liderazgo.
No nos vaya a pasar como en nuestro país que muchas veces las estadísticas están bien pero los seres humanos están mal.
Las estadísticas son brutas, todos los datos son brutos, necesitan una inteligencia que la interprete, necesitan una inteligencia que las analice, necesitan una inteligencia que las haga humanas; ellas como tal son datos brutos, es decir, datos no reflexionados de alguna manera.
El papel del líder es llevar a cabo las tareas asignadas fomentando las relaciones humanas. Pero para ello tiene que buscar un equilibrio. No se trata de convertirse en un tipo de cóctel, un líder de cóctel. Tiene que haber un equilibrio entre lo importante de las relaciones humanas y lo fundamental de cumplir con la tarea.
Ojo con el equilibrio, no? Porque sino se me vuelven unos relacionistas públicos, se vuelven gente que habla mucho pero que hace muy poco.
Este país está lleno de ese tipo de personas, oíste? Cuidado.
Hay que tener un equilibrio entre lo importante de las relaciones humanas y lo fundamental de cumplir con la tarea.
Un buen líder debe construir relaciones funcionales, eficientes y eficaces. Es decir, son relaciones que están al servicio de un objetivo determinado. ¿Cómo lograr eso? Es decir, ¿Cómo ser líder?
CUALIDADES DE UN LÍDER
Un verdadero líder debe cultivar en sí mismo las siguientes conductas que son materia de elección y de aprendizaje.
Tu puedes elegir o no, tu puedes aprenderlas o no.
A mí me asusta que la gente crea que el líder nace. Es evidente que hay unos talentos, unas dotes que vienen con el ser, pero también creo que hay unos procesos de aprendizaje, que hay unos procesos de elección que uno tiene que tener en cuenta.
Primera característica de un líder: Un líder escucha. Todo proceso de escucha es un proceso de captación del otro, es un proceso de comprensión del otro. Hay que diferenciar entre entender y comprender. Entender es el ejercicio académico y tiene que ver con un proceso de describir y explicar el objeto. Comprender es la captación integral del objeto.
Vamos a poner un ejemplo: un amorólogo, es decir, un estudioso del amor, entiende el amor en cuanto lo puede describir, en cuanto que puede mostrarnos cómo se dan los procesos, dónde están las reacciones físico-químicas del cerebro, etc. Un enamorado comprende el amor.
Pues bien, para mí el proceso de escucha es siempre un proceso de comprensión, es un proceso de captación del otro.
Tanto que hoy hablan de la escucha activa, hoy hablan mucho de captar al otro no solo de lo que te dice a través de la sintaxis y a través de la gramática sino de lo que te dice a través de esa dimensión del lenguaje que te permite diferenciar entre un insulto y un saludo.
Segunda característica: Respeto. El respeto es la capacidad de entender que el otro es un ser único e irrepetible. Respeto es entender que no somos hechos en serie, que no somos el producto de una máquina. Respeto es entender que los seres humanos tenemos estructuras de pensamiento, estructuras de sentir y estructuras de comunicaciones diferentes y distintas. Por eso necesitamos aprender a entablar procesos de diálogo.
La única manera de vivir el respeto es el diálogo. Es conocer la epistemología del otro, la estética del otro, es conocer su ética, su moral.
Nosotros necesitamos aprender a entender que somos diferentes, que no tenemos las mismas características, que no sentimos igual, que no pensamos igual. Es reconocer la unicidad de los seres. Oiga, un buen líder es capaz de respetar los procesos, los biorritmos, es capaz de entender que todos tienen unos biorritmos distintos, procesos distintos.
A mí me asusta que en es te país nos quieran igualitos. Me asustan los procesos de homogenización.
Me pregunto algunas veces con todo el respeto si la educación muchas veces no se convierte en eso precisamente, en un proceso de homogenización. La rebeldía actual de los jóvenes es ser todos igualitos.
Cuidado con el respeto, cuidado, se deben buscar también maneras de posibilitar procesos de autonomía, procesos de libertad. Cuidado. Un líder tiene que ejercitarse en el manejo del respeto.
Tercera característica: Generar procesos de confianza.
La confianza es la certeza que uno tiene, la certeza existencial de que la otra persona no lo va a dañar deliberadamente. Un líder tiene que propiciar esa experiencia en las demás personas. Por eso la confianza es muy complicada. Por eso generar confianza es uno de los temas más interesantes de nuestra vida.
Necesitamos aprender eso. A generarle confianza al otro, que el otro esté seguro.
Que yo me podré equivocar, pero que yo de manera consciente, de manera deliberada, no voy a querer destruirlo, o no voy a querer dañarlo. Esas son características del proceso de liderazgo que debemos vivir.
Cuarta Característica: Capacidad para enseñar.
Un buen líder tiene que querer ser maestro, tiene que querer enseñar, tiene que saber enseñar. Cuántos profesores no tiene uno en la universidad que saben tanto, pero tanto… que uno no les entiende nada.
En el fondo enseñar no es más que propiciar procesos de negociación de sentido, de significación. Pero hay que tener capacidad para eso, propiciar eso.
Quinta Característica: Ser un Facilitador.
Yo diferencia a la gente entre dificilitadora y facilitadora. Hay gente que todo lo vuelve difícil. Lleva uno una solución y encuentra tres problemas.
Sexta característica: Un buen líder debe especializarse en sacar lo mejor de los demás. Hay gente que tiene el valor contrario, que sabe sacarle lo peor a uno. Un buen líder ayuda a abrir espacios para que el otro pueda expresar lo mejor que tiene dentro.
EL RETO.
Eso es un líder.
Mira las tareas que tienes si tu quieres ser un líder.
Yo espero estar hablando frente a jóvenes que están interesados en ser líderes. Y por eso muestro esta visión desde mi dimensión espiritual, desde mi mirada de valores de la vida. Escucha, respeto, confianza, capacidad de enseñar, facilitador y aprovechar lo mejor de los demás.
Pero para todo eso se necesita por lo menos tres cambios:
Un cambio epistemológico, es decir, de estructura del pensamiento. Y lo quiero plantear con un slogan: no vemos el mundo tal y como es, lo vemos tal y como somos. Si no realizamos este cambio, vamos a seguir imponiéndonos ante los demás.
Vamos a seguir diciendo “la verdad es ésta, y solo ésta y punto”. Yo creo que por eso hay que volver a leer a los poetas.
Antonio Machado decía que la verdad no era ni tuya ni mía, era nuestra.
Yo creo que tenemos que volver a redescubrir esto y para ejercer un liderazgo sano tenemos que partir de allí, de entender que el mundo no lo vemos como es sino lo vemos como somos.
El segundo cambio que hay que hacer es un cambio de paradigma ético. El paradigma ético de estos días de nosotros es “todo está bien”. No todo está bien, no todo es válido, no todo es pertinente.
Esa es una de las trampas éticas más serias que tenemos. A mí me impresiona la cantidad de corruptos que nos gobiernan. Ahora nosotros admiramos al tramposo, al vivo, a ese es al que admiramos, a ese es al que queremos. Hoy en día al tramoyero le llaman audaz. Todo puede estar permitido pero no todo conviene. Hay cosas en las cuales hay que decir no.
Ahí está el daño más grande que nos trajo el narcotráfico: hacernos creer que uno podía acostarse pobre y levantarse rico. Hay muchos jóvenes que creen que el éxito cae del cielo. La gente llega donde llega trabajando, estudiando, esforzándose, luchando, ese es el camino del éxito.
La gente anda en un viaje mágico y ese ambiente mágico nos ha influido la ética que es lo grave. entonces la gente cree que una cosa puede ser mala hoy y buena mañana. Una cosa es para lo público y otra cosa es para lo privado.
Tercer cambio: Necesitamos un paradigma que vaya del poder al servicio.
Que seamos capaces de movernos en ese paradigma. Que seamos capaces de ir de una manera distinta.
Voy a terminar con una frase que no es espiritual, es literaria, quiero que no la olviden:
“Dios algunas veces bendice quitando y otras veces maldice dando”.
En este mundo hay suficiente para satisfacer la necesidad de todos, pero no la codicia de todos. M. Gandhi
Toda forma de liderazgo, se sustenta esencialmente sobre una base espiritual implícita, puesto que busca, promueve y genera un servicio, es decir, un impacto benéfico en el otro y en uno mismo, que se consigue a través de actos de amor unificadores, nunca marginadores.
Este tipo de actos se valen de medios éticos para lograr fines igualmente éticos, es decir, siempre orientados al bien; incluso ocurre, con mucha frecuencia, que la persona que los lleva a cabo se olvida de sí misma y de su comodidad para actuar con un espíritu de sacrificio. Como ya indicamos antes, cuando analizábamos la misión de todo líder, el servir a otros implica una lucha permanente con el propio egoísmo. Nos encontramos, por tanto, frente a la dimensión ético-espiritual de la misión del líder.
No dejaremos de insistir en que el liderazgo es, en esencia, una labor de orden espiritual, toda vez que la influencia que genera en otro u otros conduce al logro de un fin valioso y, en última instancia, ético. Sin embargo, esta función no es exclusiva de personas dedicadas a la vida espiritual y/o religiosa (sacerdotes monjas,) sino que puede presentarse en los seres humanos más normales.
Pensemos, por ejemplo, en la madre que cuida de su hijo enfermo durante noches enteras con paciencia, fortaleza, amor y sacrificio incomparables. Muchos de nosotros conocemos innumerables historias de personajes espirituales que admiramos por atender así a los enfermos, como lo hizo la madre Teresa de Calcuta, pero olvidamos que nuestras propias madres también lo hacen.
Existen grandes líderes espirituales entre nosotros sin que nos percatemos de ello. Ejemplos:
El jefe o gerente que se preocupa por sus empleados, por su bienestar, capacitación y seguridad, no solo por la producción de la empresa ¿no impacta positivamente la vida de sus trabajadores?
¿Acaso el maestro comprometido no regala a sus alumnos parte de su experiencia y su existencia en cada clase que prepara e imparte con pasión?
Estos actos y otros muchos más, son de un alto contenido espiritual, toda vez que las personas que los escenifican no persiguen la satisfacción de su egoísmo, es decir, no buscan su satisfacción personal. Estas conductas están basadas en valores universalmente aceptados, como son la bondad, la honestidad, la humildad, el progreso, el amor, etc.
Es en esta dimensión espiritual donde los dos conceptos que sustentan este folleto, liderazgo y servicio, se presentan a plenitud y han encontrado los mejores ejemplos a lo largo de la historia. Nadie duda que personajes espirituales como Jesús, Gandhi, Martin Luther King, Madre Teresa de Calcuta, Juan Pablo II, fueran auténticos líderes servidores de la humanidad. Lo mejor de todo es que también nosotros, desde la posición que ocupemos podemos ser líderes espirituales.
La posibilidad de elegir entre varias posibilidades es uno de los atributos del liderazgo: un líder siempre es un gran “elector”, es decir, siempre está tomando decisiones y obviamente las mide y discrimina antes de ponerlas en práctica. Si la madre Teresa de Calcuta se dedicó a cuidar pobres y enfermos durante toda su existencia (que constituye uno de los actos más amorosos que existen) y nuestra madre o nuestro padre lo hicieron sólo algunas veces, o solo con nosotros, esto no quiere decir que la primera sea espiritual y que nuestros padres no lo sean, sólo es una cuestión de grado, frecuencia y circunstancia.
Teresa de Calcuta eligió hacer eso durante toda su vida y tal vez usted lo haga cuando se presenta la ocasión; quienquiera que sea la persona y cualquiera que sea la circunstancia, el acto siempre será profundamente espiritual. La fenomenología existencial, que se asoma de manera directa al ámbito espiritual, sostiene dentro de sus postulados que “el ser humano es lo que hace de sí mismo y nada más” o, como dice Amado Nervo, “el hombre es el arquitecto de su propio destino”. Por tanto, tenemos el gran poder y la responsabilidad de elegir lo que hacemos o dejamos de hacer, por lo que tenemos que estar siempre alertas para no cometer errores.
El secreto radica precisamente en la capacidad y el derecho de elegir entre un camino u otro, en medio de las circunstancias que la vida nos presente, utilizando la aptitud que poseemos para discernir entre lo correcto y lo incorrecto de los actos que llevemos a cabo, y evaluando previamente el beneficio o daño que podrían generar. Ejemplo: alguien puede elegir ir a visitar a un amigo enfermo o quedarse descansando en casa. Juan Pablo II, en el inicio de su pontificado como primicia fue a visitar a un obispo amigo que se encontraba enfermo. Lo contrario sería asumir un puesto importante y creer que ya solo debe realizar cosas “importantes”
La libre elección obedece a uno de los principios espirituales más importantes, que está presente en la gran mayoría de las religiones, que es el libre albedrío, entendido éste como la autodeterminación libre y responsable. De lo que se trata es de ser cada vez más conscientes, es decir, de darnos cuenta de lo cruciales que resultan nuestras elecciones cotidianas, para darles un contenido ético-espiritual que genere un provecho a través del servicio que podemos otorgar tanto a otros como a nosotros mismos. Proponer ejemplos
Cuando un acto realizado por cualquier persona impacta de manera positiva y benéfica a una o más personas, esta influencia trasciende el tiempo y el espacio. ¿Qué opinan de esta aseveración?
El problema no es el mundo; el problema lo crea uno en su relación con el otro, y ese problema, al extenderse, se convierte en el problema del mundo. Krishnamurti
Salvar una vida:
Dos hondureños que se dirigían a México como indocumentados (con la carga emociona y psicológica que esto implica), encontraron en su trayect5o a un niño recién nacido abandonado junto a las vías del tren. En ese momento surgieron frente a ellos dos posibilidades: a) dejar al niño donde estaba, expuesto a los rayos del sol, sin preocuparse por su destino, con tal de eliminar el riesgo de ser identificados, capturados y deportados, o b) un segundo camino, que fue el que escogieron, que consistió en subordinar sus propios intereses y metas a un nuevo fin que, de acuerdo con sus valores, era más importante incluso que el riesgo de ser arrestados, es decir, intentaron salvar la vida del bebito.
Con este acto noble y ético, estas personas, dignas de toda nuestra admiración, simple y sencillamente eligieron el camino más difícil y que implicaba mayor riesgo. El resultado fue que las autoridades mexicanas no sólo o deportaron a los indocumentados, sino que regularizaron su situación migratoria y hasta les consiguieron trabajo como recompensa por su acto.
¿Acaso no fue una conducta espiritual la de estos humildes e indefensos hombres? ¿Eran Jesucristo o Gandhi, o Madre Teresa? ¿Acaso estas personas no cambiaron en ese momento el curso del planeta?
La visión, la misión y los valores originales de estos héroes anónimos se modificaron ante la situación que enfrentaron, pero además tuvieron el valor de anteponer a su proyecto personal el acto de salvar la vida de un ciudadano del mundo, derrotando así su egoísmo y sus pretensiones y mejorando con ello este planeta.
Las medicinas no se hacen para ganar dinero:
En Merck, una de las empresas farmacéuticas más importantes, su director general se lanzó a la difícil tarea de convencer al consejo directivo de que el producto de la industria farmacéutica, es decir, las medicinas, no se hacen para “ganar dinero”, sino para “curar” a los seres humanos. En este caso ejemplar, la escala de valores sitúa el beneficio del ser humano en primer lugar, ante lo cual debe subordinarse cualquier interés comercial. Esta persona, por ser un verdadero líder con un alto sentido de servicio a la humanidad, decidió producir y obsequiar Mectizán a los países pobres que lo necesitaban y no podían pagarlo (sobre todo en Afrecha). Esta medicina de alto costo sirve para curar la ceguera producida por el consumo de agua contaminada.
Otro caso inspirador es el de Yunus, el Banquero de los Pobres de Bangladesh.
Severidad no agresividad:
Existe un mito en el pensamiento colectivo según el cual las personas espirituales son siempre sonrientes y pasivas, es decir, sus impulsos agresivos sencillamente no existen. Lo anterior es falso por completo: si existe alguna personalidad activa e intensa es la espiritual, lo que sucede es que las personas avanzadas espiritualmente no viven sus impulsos de la misma forma que los demás. Debemos señalar que la diferencia radica en que estas personas encauzan sus impulsos agresivos de manera tal que construyen, no destruyen, gracias a que los controlan en primer lugar. En efecto, en todos los grandes líderes espirituales se han observado conductas dignas de un profundo respeto y admiración. Hemos visto cómo responden a la agresión de otros con amor, un amor difícil de entender y más aún de llevar a cabo; basta recordar a Krishna: cuando un discípulo suyo le preguntó qué debía hacer ante los constantes ataques físicos y psicológicos que sufría por parte de una persona, le contestó: “Sé como el sándalo, que perfuma el hacha que lo corta”.
Nuestro Señor Jesucristo fue contundente cuando nos recomendó poner la otra mejilla a nuestro agresor, contradiciendo el viejo y destructivo adagio: “ojo por ojo y diente por diente”. Estas son lecciones muy severas y, por ello, difíciles de entender y llevar a cabo.
No hay que confundir la pasividad con la conducta pacífica. Nada tienen en común. De hecho hay pocas conductas tan activas como la acción pacífica. Tampoco se piense que por pretender guiar mis actos espiritualmente voy a dejar que otros me aplasten y subyuguen; para eso existe la voz y los actos severos, firme, constructivos y asertivos. Pensemos en este momento en el ejemplo de Monseñor Romero.
Daniel Goleman, psicólogo que nos presenta su modelo de inteligencia emocional, establece un concepto particularmente importante que es el control del impulso, el cual es una de las características que hacen a una persona inteligente emocionalmente, y, por tanto, más exitosa, fuerte y poderosa en su orientación al servicio.
¿Quién tan severo como Jesús, que cuestionó la forma de vida de todo el pueblo de Israel al afirmar que el pensamiento de aquella época estaba equivocado? Esta severidad necesita de control, entrenamiento y de voluntad enorme, que nosotros podemos desarrollar si lo deseamos. Es importante aclarar que, se trata de controlar el impulso, no de reprimirlo. Es decir, tenemos que aprender a ser dueños de nosotros mismos y de nuestras reacciones. Lo que no debemos permitir es fingir que nada nos pasa y pretender que somos grandes místicos, porque los riesgos que acarrea reprimirnos son muy grandes.
El amor es un fruto que madura en todas las estaciones, y que se encuentra al alcance de todas las manos. Todos pueden alcanzar el amor por medio de una vida interior. Madre Teresa de Calcuta
Recopilado de Dervy Jimenez, www.asccamnorte.org, Ing Ricardo E. González O.